Después de unos años de extinción de dominio, una propiedad del capo Gilberto rodríguez Orejuela, fue entregada a paz animal en el año 2000. Aunque ahora de la mansión solo quedan las ruinas, todo el terreno es utilizado para albergar los animales. Para ganar ingresos, paz animal ha utilizado alguna parte de las tierras para cementerio animal, por este servicio cobra 150 mil peso.
A pesar de que el gobierno no cumple con las leyes que ha impuesto, con este acto se demuestra que los animales en Colombia no están tan olvidados.
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