Un bonobo llamado Kanzi, empezó a aprender el lenguaje por si solo viendo a los científico enseñarle a su mama. Ya tiene 27 años y usa 360 símbolos en el teclado y entiende miles de palabras habladas. Forma oraciones y herramientas de piedra, y además toca el piano; además se cree que pronuncia palabras en ingles, pero por el tono son difíciles de descifrar.
Otro caso similar, es el de un perra llamada Betsy. Puede asociar nombres a palabras; su vocabulario es de 340 palabras y sigue aumentando. Ahora también aprendió nombre de objetos, y cuando se le nombra puede ir por ellos.
Esto es una muestra más, que hace dudar la ciencia sobre la hipótesis que los “animales inferiores” no razonan por la ausencia de corteza cerebral (a diferencia de nosotros). Tal vez piensan, pero no los entendemos.
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